
“Que no le corten los sueños a nadie”
La historia de Tamara29 de Mayo, 2025
“En el último año del secundario me llevé todas las materias, educación física incluida”, suelta sin disimulo Tamara Gallo, con esa picardía de niña que todavía conserva. Detrás de ese recuerdo se asoma el desarraigo constante que sintió desde muy chica tras mudarse y cambiar de escuela innumerables veces, siguiendo el trabajo de su padre.
Con los años, aquel inconformismo adolescente de a poco fue transmutando en lo que íntimamente empezaba a florecer como proyecto de vida: ofrecer apoyo a quien más lo necesita, alentar cuando alguien se siente desanimado, escuchar a quien va retraído o acercar un libro y despertar una creatividad dormida.
En marzo de 2023, en su Ranchos natal, cabecera del municipio de General Paz, donde se combinan el paisaje rural, los vestigios arquitectónicos de un pueblo que conversa con su historia y un fuerte sentido de comunidad, el programa Puentes inauguraba el Centro Universitario. En ese acto, Tamara se hallaba desbordada por la emoción de dar inicio a algo tan esperado: “Me palpitaba el corazón de la alegría”.
Con 34 años de edad y dos formaciones terciarias previas —docente de primaria y bibliotecaria escolar—, es la primera en su familia en estudiar una carrera universitaria: “Soy hija de una ama de casa y un trabajador de campo”, cuenta Tamara con orgullo. Su padre siempre le insistió que estudiara para no vivir subordinada a la explotación de un patrón, soportando jornadas extenuantes de trabajo y alejada de sus intereses. Y así fue. Decidió que torcería su destino y en el tejido de su propio camino descubrió la pasión por la educación pública: “La educación es la que nos salva, la que nos echa una mano para salir adelante, porque se acerca a la comunidad. Tiene ese espíritu de ser humana y social. Está todo el tiempo ayudándote para lograr lo que querés. Y el Estado, en este caso a través del programa Puentes, llegó a nuestro distrito y nos dio la oportunidad que muchas familias no teníamos”, expresa conmovida.
Su suegra fue quien le contó sobre la existencia del programa y con él la posibilidad de acceder a un título universitario sin tener que viajar o mudarse a otro sitio: “Yo obtuve este título gracias a Puentes, porque no podía irme a Buenos Aires o a La Plata”. Sucede en la mayoría de los casos que la opción de trasladarse a ciudades más grandes, donde abundan las ofertas universitarias, quizá solo la pueden asumir quienes poseen un poder adquisitivo holgado y, además, es complejo afrontar el proceso estando lejos del apoyo y la compañía de los afectos.
“Yo obtuve este título gracias a Puentes, porque no podía irme a Buenos Aires o a La Plata”. Sucede en la mayoría de los casos que la opción de trasladarse a ciudades más grandes, donde abundan las ofertas universitarias, quizá solo la pueden asumir quienes poseen un poder adquisitivo holgado y, además, es complejo afrontar el proceso estando lejos del apoyo y la compañía de los afectos.
Tamara trabaja en la mañana como bibliotecaria en una escuela primaria de Loma Verde y a la tarde como docente de ciclo para adultos —cargo que la hace rotar entre las localidades de Villanueva y Ranchos, lo cual le implica recorrer varios kilómetros por día—. “Los adultos tienen otra forma de aprender o de manejarse, con otras realidades. Lo que más me apasiona es estar para ellos, brindarles una escucha, ayudarles a buscar una solución a problemas cotidianos como no poder pagar el gas, por ejemplo. Acompañar las trayectorias de esas personas que en algún momento han truncado su educación primaria por motivos de trabajo o por problemas familiares”.
También dedicó horas de trabajo en el Taller Protegido General Paz “Hilda Tinao”, un espacio de formación diseñado para personas con discapacidad que les facilita oportunidades de inclusión social y laboral. Una vez más estuvo ella poniendo el cuerpo y siendo consciente de que las realidades de sus alumnos y alumnas son múltiples y que requieren, por lo tanto, ser encaradas de maneras distintas.
La Licenciatura en Gestión Educativa le permitió fortalecer aun más esos lazos con recursos y saberes que afinaron su desempeño profesional diario: “Tuvimos materias en las que nos enseñaron a trabajar las planificaciones, integrarlas al nuevo paradigma de la ESI (educación sexual integral), a desarrollar prácticas participativas, a agrupar, a atender las diversidades en el aula, a planificar el día a día en la escuela”.
Impartida por la Universidad Nacional Arturo Jauretche, la carrera tuvo una gran aceptación inicial: se inscribieron alrededor de 50 personas —la mayoría docentes—, de las cuales se graduaron 18. Además de la experiencia a nivel académico, Tamara se lleva el ejemplo de profesionalismo y la disposición de todo el personal de la universidad, del programa Puentes y del municipio: “Fue un conjunto humano que trabajó coordinadamente para que nosotros tuviéramos esos dos años una estadía hermosa, acompañados, pendientes de lo que necesitáramos”.
La vocación de Tamara puja por hacerse lugar en su agenda y participar en la organización de la Feria del Libro de General Paz, un evento cultural importante que hace junto a todas las bibliotecarias escolares del distrito y que cuenta con el apoyo del municipio. Una actividad más en la que despliega su compromiso social, que involucra el trabajo mancomunado y la colaboración en red en beneficio de la comunidad escolar.
La gratitud que siente por la educación pública —y por la oportunidad que le dio el Estado provincial— la devuelve en su labor cotidiana con las y los jóvenes, sentados a su alrededor escuchándola relatarles una historia de superhéroes o algún policial; o con esa mujer de 54 años que comparte con ella poesía de Alfonsina Storni. Con empatía por cada situación, con la mirada atenta para abordar las diversidades, “porque cada quien tiene un ritmo distinto para aprender y no todo el mundo aprende igual”.
El sueño de Tamara lejos está de ser solo individual; la vida le marcó lo valioso de los esfuerzos y logros colectivos: “A mi papá no le dieron la posibilidad de acceder a una educación universitaria. Por eso quiero luchar para que la oportunidad que tuve yo la tengan los demás. Que todos los niveles educativos, desde el jardín hasta la universidad, lleguen a los pueblos. Mi sueño es seguir trabajando donde trabajo, porque me da mucha felicidad. Que nuestra educación siga estando, que no la perdamos. Lo que más quiero es ver a mis estudiantes ser todo lo que se proponen. Que no se les corten los sueños a los chicos ni a los grandes ni a nadie”.
“A mi papá no le dieron la posibilidad de acceder a una educación universitaria. Por eso quiero luchar para que la oportunidad que tuve yo la tengan los demás. Que todos los niveles educativos, desde el jardín hasta la universidad, lleguen a los pueblos”.
Es viernes. Son las siete y media de la tarde. Tamara se desploma en el sillón que ocupan Tita, Pomelo, Win y Sombra, la banda felina que de manera rabiosa le exige los mimos que compensan la ausencia de tantas horas fuera de casa. La semana, agotadora, pero colmada de gratificación y esperanza. Hace un rato, Ramona, su alumna, aquella mujer con cinco nietos a cargo que acaba de enviudar, le leyó por primera vez de un tirón el cuento “Soy una tonta por quererte”, de Camila Sosa Villada.